DE AQUÍ Y DE ALLÁ
MIGRACIÓN Y DESARROLLO LOCAL

Eduardo Meza Ramos
Lourdes C Pacheco Ladrón de Guevara

SINALOA: MIGRACIÓN, POBREZA Y NARCOTRÁFICO Y CRISIS ECONÓMICA.

Dr. Arturo Lizárraga Hernández

Ernestina Lizárraga Lizárraga

Jorge Abel Guerrero Velasco

 

Introducción

El narcotráfico es un fenómeno global, se trata pues de una industria ilegal que obedece a una lógica de mercado, que implica el cultivo, manufactura, distribución y venta de drogas ilícitas, lo cual da pie a una división internacional del trabajo, al igual que las grandes empresas transnacionales, el sector primario en la producción de enervantes se da en países del tercer mundo (Sudamérica, Sureste Asiático y Oriente Medio). En esa división internacional del trabajo existen regiones que por sus condiciones históricas, sociodemográficas, culturales y naturales se vuelven propicias para el desarrollo del narcotráfico. En el presente trabajo pretendemos explicar como la pobreza, el narcotráfico, la violencia y la migración, son factores constantes en los pueblos de la Sierra de Sinaloa, por tal, el aspecto nodal de este análisis es poner de relieve que tales factores -la pobreza y la siembra y cosecha de amapola y marihuana (narcocultivo)- en la sierra sinaloense explican, en gran medida, los movimientos de población en los municipios que ahí se localizan: ante la escasez de fuentes de trabajo, los habitantes se ven obligados a emplearse en el narcocultivo, de tal suerte que cuando éste se expande, a corto plazo hay propensión a arraigar la población en tales lugares, pues se dinamizan las economías locales; y, cuando se le combate –como en la actualidad- y ante la falta de opciones, se provoca que la gente busque en otras regiones los ingresos económicos que en sus localidades de origen no logran conseguir. Por otra parte, un aspecto íntimamente relacionado con el narcocultivo es la violencia que se genera a su alrededor; hecho que se evidencía en algunos de los municipios de la sierra en donde los homicidios ocupan los primeros lugares como causal de mortandad… y de emigración. De esta manera, podemos decir que existe un círculo vicioso de pobreza-narcotráfico-violencia-migración.

La pregunta que trata de responder el presente ensayo es: ¿qué efectos tiene la actual crisis económica mundial sobre tales variables en la sierra sinaloense? La hipótesis que guió la indagación es que, pese a la «guerra contra el narcotráfico» emprendida por el gobierno federal, ante la ausencia de disyuntivas de trabajo y a los efectos de la crisis económica sobre la emigración internacional, los habitantes de la sierra continuarán dedicándose a esa actividad y, consecuentemente, la violencia se incrementará.

Para la elaboración de este trabajo se utilizaron métodos cuantitativos y cualitativos. En el primer caso, para conocer el comportamiento de la emigración al extranjero, recurrimos a la base de datos del proyecto FOMIX Sin-C2006-C01-33383, misma que contiene los resultados de una encuesta por muestreo aplicada a nivel estatal por el Cuerpo Académico Movimientos Migratorios y Desarrollo Regional de la Facultad de Ciencias Sociales. La encuesta, aplicada en diciembre de 2008 y enero de 2009, constó de 783 unidades muestrales, distribuidas proporcionalmente en todo el estado de Sinaloa considerando el número de casas ocupadas por municipio1. Para dar cuenta de la marginación de los municipios serranos, tomamos los indicadores del Consejo Nacional de Población (CONAPO), mientras que los concernientes al tema de la violencia se tomaron como referencia la tasa de homicidios (agresiones) que publica la Secretaría de Salubridad y Asistencia de Sinaloa (SSA).

Respecto a los métodos cualitativos, recurrimos a las entrevistas e historias de vida de actores sociales, ya sea partícipes de la emigración, como víctimas –o victimarios- de la violencia y del narcotráfico. La información fue complementada con referencias bibliográfi cas y hemerográficas.

Título opcional: el «otro» Sinaloa

Entre otros aspectos, el estado de Sinaloa es famoso por las explotaciones de sus extensos valles agrícolas cuyos productos son enviados, en gran parte, al mercado de los Estados Unidos. Estas explotaciones generan enormes riquezas, por lo que grandes cantidades de personas de diferentes regiones se dirigen ahí en busca de mejoras en sus ingresos económicos: según algunos investigadores, son más de 200,000 los trabajadores agrícolas que se emplean en tales labores, muchos de ellos procedentes de otros estados de la República Mexicana, entre los que se encuentran Guerrero, Oaxaca y Michoacán (Posadas, 1980; Guerra, 1998). Los municipios captadores de inmigrantes son los que se encuentran en los grandes valles, y son, principalmente, Culiacán, Navolato, Guasave y Ahome en donde, en consecuencia, se encuentran también las mejores condiciones de vida (Guerra y Rocha, 1988; Guerra, 1998).

Pero existe otro Sinaloa, un estado olvidado que rara vez aparece en las estadísticas de los logros oficiales. En las zonas que lo componen no existen actividades económicas considerables ni apoyos institucionales que redunden en una vida decorosa para sus habitantes. Estos son los municipios cuya población se encuentra mayoritariamente en la sierra: Chóix, Mocorito, El Fuerte, Sinaloa, Badiraguato, Cosalá, San Ignacio, Concordia y Rosario.

Los municipios que componen ese «otro Sinaloa», se parecen entre sí: en todos ellos los únicos medios de transporte son las avionetas, las camionetas especialmente equipadas para transitar por improvisados caminos de terracería y las recuas, que lo hacen por veredas y lechos de arroyos en tiempo de secas. Debido a ello, los habitantes están totalmente incomunicados buena parte del año. Por la dificultad de la comunicación y lo intrincado de la sierra, no es posible que se desarrollen ahí actividades económicas en gran escala y, en consecuencia, la falta de trabajo es la constante. Salvo en contadas localidades en la sub-sierra, la población se encuentra dispersa por las mesetas, por lo que carecen de los servicios públicos más elementales, como electricidad, agua potable, instituciones de salud y educativas (Martínez, 1998; Madariaga, 1996).

En ellos, el panorama general es el siguiente: aunque la extensión de tierras de tales municipios alcanza el 55.02% del total estatal, la dedicada a la agricultura representa apenas el 27.2%, según información del propio Gobierno de Sinaloa2. A pesar de la estrechez de las actividades agropecuarias, son éstas las que identifican a los municipios, pues alrededor del 58.4% de la Población Económicamente Activa (PEA) se dedica a ellas, en tanto que la que se ocupa en actividades industriales apenas alcanza el 12.8% (Madariaga, 1996), y esto sin mencionar que es básicamente en talleres artesanales.

Salvo en contados casos, la población se encuentra dispersa por la serranía, como lo ilustran los ejemplos de Cosalá, que cuenta con 142 localidades, pero sólo la cabecera municipal tiene una población superior a los 2,500 habitantes; San Ignacio, que cuenta con 327, pero 256 de ellas ni siquiera rebasan los 50 habitantes3; y Concordia, que consta de 224 localidades pero 165 de ellas no rebasan los 50 habitantes (sólo la cabecera municipal supera los 2,500). En buena medida debido a esta dispersión de población, en los nueve municipios más del 57.86% de la población carece de agua potable y más del 31% carece del servicio eléctrico. Así, no es de extrañar que en el año 2000 la población rural de los nueve municipios fuese del 74.1%, y que en algunos municipios fuese aún más elevada: Badiraguato la población rural es del 92.4%, en el municipio de Sinaloa es del 80.6%, en Chóix 79.5% y Concordia 74.7% (CONAPO, 2005).

Las instituciones de salud también escasean y, las que existen, se localizan en las cabeceras municipales, condición que redunda en una alta morbilidad, siendo las enfermedades diarreicas las predominantes (SSA). Ni qué decir de las instituciones educativas, incluyendo las de nivel básico, pues igual que las anteriores escasean con los consecuentes resultados4: en Badiraguato el 19.21% de los habitantes mayores de 15 años son analfabetas, en Concordia el 13.75%, en Cosalá, más del 21.9%, en Choix 23.87%, en El Fuerte 13.84%, en Rosario 13.17%, en San Ignacio el 14.6%, en Mocorito 18.43% y en el municipio de Sinaloa 23.25% (INEGI, 2002). De acuerdo con estos indicadores y otros, son estos municipios los que tienen mayores índices de marginación según demuestra el CONAPO5 (Cuadro 1).

Y apuntamos, sólo como una aparente paradoja, lo siguiente: los municipios que componen ese Sinaloa de pobreza extrema, desde los tiempos de la Colonia hasta los años treinta del siglo XX, vivieron un gran esplendor económico debido a los grandes centros mineros, mismos que eran los más importantes de lo que ahora es el Noroeste de la República Mexicana.

El escenario del narco: los municipios de la Sierra

La exclusión y marginación social que imperan en los altos de Sinaloa son caldo de cultivo para que se lleven a cabo ahí las actividades ligadas al narcotráfico, como refiere un periódico de circulación nacional, donde se sostiene que en la sierra de Sinaloa, la miseria es abono para el cultivo de drogas y que «las opciones fuera del negocio ilícito son poquísimas, aunque las hay. Para la mayoría, sin embargo, quedan los trabajos de

4 El porcentaje de población analfabeta a nivel nacional es de 8.37 y a nivel estatal (Sinaloa) es de 6.42. 5 Los indicadores de marginación empleados por la CONAPO son: Porcentaje de población de 15 años o más analfabeta, porcentaje de población de 15 años o más sin primaria completa, porcentaje de viviendas sin drenaje ni excusado, porcentaje de viviendas sin energía eléctrica, porcentaje de viviendas sin agua entubada en el ámbito de la vivienda, porcentaje de viviendas con algún nivel de hacinamiento, porcentaje de viviendas con piso de tierra, porcentaje de viviendas sin refrigerador, porcentaje de población en localidades con menos de 5000 habitantes y porcentaje de población ocupada con ingreso de hasta dos salarios mínimos.

sicario, camello o agricultor» («Ese verde tan peculiar de la mariguana», en La Jornada 23-08-2009)6. Por tal, los habitantes de la sierra son un capital social y productivo importante para la continuidad del fenómeno del narco. No sólo eso, sino que además, «un aspecto importante en los espacios rurales es que, de hecho, los habitantes no ven ni conciben su labor agrícola peculiar desde una perspectiva moral, ni tampoco inscrita en los ámbitos de la desviación social, sino sencillamente como una actividad económica para enfrentar las dificultades y penurias de su existencia» (Córdova, 2005:212).

Dada la naturaleza del narcotráfico, no se cuenta con estadísticas certeras sobre su magnitud en Sinaloa; sin embargo las referencias bibliográficas y hemerográficas hablan de su presencia desde hace muchos años. En efecto, la historia se remonta al siglo XIX, años en que los inmigrantes chinos iniciaron el cultivo de amapola, aunque, hay que decirlo, fue en los años 40 del siglo XX cuando su cultivo se expandió a toda la región serrana y una enorme cantidad de campesinos se involucró en tal actividad (Lazcano y Córdova, 1991; Astorga, 1995 y 1996).

La sierra es, pues, el escenario clave en el conjunto de actividades relacionadas con la producción de enervantes dada las características que ésta ofrece, como es referido por estudiosos del tema: «han sido zonas con condiciones naturales propicias y una enredada orografía que han facilitado la siembra de la amapola y la mariguana (Córdova, 2005)». En este sentido la sierra de Sinaloa fue y sigue siendo referencia obligada cuando se aborda el fenómeno en la región pues, como señala Sergio Ortega Noriega, «las tierras altas donde antaño floreció la minería hoy se mencionan como el lugar donde se producen estupefacientes para el mercado internacional de narcóticos» (Ortega, 1999).

Para dimensionar la importancia de la cosecha y siembra de enervantes en los altos de Sinaloa referenciamos una nota periodística publicada en el portal de internet «Es Más.com», en el apartado de Noticieros Televisa. El título de la nota es «Sinaloa, principal centro de cultivo de droga», y en ella se cita la declaración de Óscar Fidel González Mendivil, Procurador de Justicia de Sinaloa, quien sostiene que en el estado «se cultiva una quinta parte de la droga que se destruye en el país», y que «once de los 18 municipios del estado de Sinaloa, en sus zonas limítrofes con la sierra, cuentan con centros de producción de marihuana y amapola, drogas que se cultivan, producen y trafican en el estado (...) el municipio de Badiraguato, en los límites con los estados de Durango y Chihuahua, es el lugar donde se concentra la mayor superficie de cultivos de droga, principalmente marihuana, enervante que, según las autoridades, sigue contando con mercado («Es Más», Noticieros Televisa 24-06-2002)7.

 

Es por ello que los municipios de la sierra forman parte de los objetivos del gobierno en los operativos para erradicar la producción de drogas, como el Plan Sierra Madre el cual despliega el Ejército Mexicano en las zonas limítrofes de Sinaloa, Durango, Chihuahua y Sonora, su principal objetivo es la lucha de erradicación de cultivos ilícitos y el combarte al tráfi co de armas de fuego en las zonas serranas de esos estados. Tan sólo en junio de este año «un total de mil efectivos militares llegaron a Sinaloa para fortalecer el Plan Sierra Madre» (El Financiero en línea 15-06-20098).

En todo lo referido por académicos, funcionarios y la prensa –con diferentes enfoques y niveles de análisis- encontramos un punto de coincidencia: las condiciones naturales y sociales de la sierra de Sinaloa son vitales para entender la fuerza del narcotráfico pues, como sostiene Sergio Ortega Noriega en su obra Breve historia de Sinaloa:

A pesar del esfuerzo de las autoridades, la historia del cultivo de drogas en la sierra de Sinaloa ha seguido las fluctuaciones del mercado internacional, que ha cambiado sus demandas a la mariguana, a la heroína y a algún otro alcaloide. …. Este problema parece no tener fin, porque el mercado no se agota por las utilidades que reditúa a los principales traficantes y por la miseria que priva en la sierra de Sinaloa (Ortega, 1999: 217).

El narcocultivo: fuente de la riqueza

Aunque por la naturaleza del narcotráfico se desconocen las cifras de dinero que gira a su alrededor, así como el número de personas que se dedican a él, es sabido que ésta es una de las actividades económicas más importantes en Sinaloa. Por el narcotráfico se han construido grandes fortunas y se emplean tantas personas que sus periodos de auge y contracción se manifiestan en la economía y en la demografía regional. Por ejemplo, cuando se incrementa la actividad retiene población en los lugares de cultivo debido a la derrama económica que conlleva; cuando se le combate, la gente deja las comunidades rurales donde habita, pues

no cuenta con otras formas para sobrellevar sus condiciones de vida, el destino: los valles del estado o irse a los Estados Unidos.

Migración internacional y crisis económica mundial

El 7 de Septiembre de 2008, las autoridades federales norteamericanas reconocieron que varias instituciones financieras de los Estados Unidos estaban en bancarrota y que, ante ello, tomarían el control de algunas compañías de financiamiento hipotecario. A los pocos días, concretamente el 15 de septiembre, el banco de inversión más antiguo de los Estados Unidos –el Lehman Brothers- se declaró en quiebra, «ejemplo» que siguieron sucesivamente otras instituciones, con lo que la alarma cundió a nivel mundial. La causa principal, según se dijo, se debió al otorgamiento indiscriminado de créditos para vivienda; el lugar específico donde se inició, fueron estados ubicados en el suroeste de los Estados Unidos: Arizona y California, precisamente donde radica la mayor parte de los migrantes mexicanos.

Una vez dada la voz de alarma, las autoridades mexicanas hicieron lo propio, pues veían un inminente regreso masivo de mexicanos que radicaban en el país vecino. Si bien las evidencias mostradas posteriormente por algunas investigaciones muestran que el retorno de los mexicanos no ha tenido la magnitud que se suponía sobre el retorno multitudinario (Alarcón et al, 2009), sí es un hecho que la crisis ha redundado en la desaceleración de la migración indocumentada: «Se estima que el flujo de inmigrantes indocumentados llegaba en promedio a 800 mil por año entre 2000 y 2004, y que esta cifra disminuyó a 500 mil entre 2005 y 2008, con una tendencia decreciente (Passel y Cohn, 2008, tomado de Alarcón et al 2009).

En los más recientes meses, algo similar está ocurriendo con el envío de remesas a nuestro país. Si entre los meses de enero y junio de 2008 se enviaron 12, 580 millones de dólares a nuestro país, en el mismo lapso pero de 2009 el monto se redujo a 11,078.7 millones de dólares, según cifras del Banco de México. Por supuesto, tal impacto de la crisis sobre la migración se refleja en el estado de Sinaloa.

El Sinaloa errante

En la entidad, es alta la emigración al extranjero, pese a que hasta hace muy poco tiempo no se reconocía el fenómeno. En el año 2005, el estado ocupó el lugar número 13 (con el 2.0% del total) en el ranking nacional de expulsión de población hacia los Estados Unidos. Esta cifra equivaldría a 330,000 personas, aunque si se considera a los descendientes de segunda y tercera generación la cifra prácticamente se duplicaría, alcanzando las 650,000 personas. Las cifras varían según la fuente, pues tales cálculos son inferencias estadísticas: en realidad, el número exacto no lo podremos saber, toda vez que existen sinaloenses que realizan viajes por temporadas que van desde los tres meses sustitutivos hasta permanecer de manera definitiva en aquel país.

El hecho es que existe la emigración internacional, y lo es en grandes cantidades. De hecho, existen municipios serranos en que el porcentaje de familias que cuentan con uno o más miembros con experiencia de uno o más viajes hacia los Estados Unidos alcanza más del 40%9como Cosalá, Concordia, Badiraguato, Chóix (Lizárraga, 2004; García, 2005), cifras que la hacen equiparable a la de municipios de Zacatecas y Jalisco en los que la migración internacional es de larga data.

Y una de las características de la emigración hacia los Estados Unidos desde Sinaloa, son sus altos niveles de participantes sin los documentos legales para cruzar la frontera: de 59.61%, (Cuadro 2), Como ya vimos, este tipo de migración es el que ha salido más afectado por la crisis.

 

Pero lo que llama particularmente la atención es que, a partir del año en que hace explosión la actual crisis mundial del capitalismo (2008), la emigración de los sinaloenses está viendo notorios descensos: mientras durante los años 2006 y 2007 se alcanzó la cifra de 16.38% y 26.72% de los viajes en 2006 y 2007 respectivamente, en el año 2008 solamente se alcanzó el 8.62% (Cuadro 5).

 

Claro que la caída en el número de emigrantes a los Estados Unidos ha afectado de manera negativa el ingreso de divisas por ese concepto en la economía regional. De acuerdo con las cifras proporcionadas por el Banco de México (BM), en el período comprendido entre los meses enero-junio de 2008, Sinaloa captó 253 millones de dólares, sin embargo, una vez manifestada fehacientemente la crisis económica, en el mismo lapso, pero de 2009, se observa cómo ha caído sustancialmente las divisas por el rubro de la emigración: entre enero y junio, fueron solamente 236 millones de dólares los ingresados a Sinaloa, según el BM10, aumentando, con ello, la tensión social.

Los saldos de la violencia

El fenómeno de la violencia es una constante en los municipios de la sierra de Sinaloa, pues como sostiene León Cristerna «la criminalidad es inherente al narcotráfico por su naturaleza ilegal y el alto riesgo que la caracteriza», esta intrínseca relación se refleja en las cifras de mortalidad por homicidios. En una revisión de los datos oficiales que publica la S.S.A. de Sinaloa podemos observar que la tasa de homicidios a nivel estatal en el año de 2007 fue de 14.27 por cada 100,000 habitantes (Gráfi ca 1), este dato lo ubica en el séptimo lugar como causal de muerte en el estado (Gráfica 2), en los principales municipios productores de enervantes, la misma tasa de homicidios de ese año cuadruplica a la media estatal, como es el caso de Chóix 63.13, Cosalá 58.85 y Badiraguato 57.45, en donde las agresiones físicas son la principal causa de muerte, muy por encima de las enfermedades y de un promedio de 30 causales que maneja
la S.S.A en la tabla de mortalidad estatal.

Por otra parte, en lo que respecta a los municipios de Sinaloa 23.92,
Mocorito 18.40, Concordia 19.39, San Ignacio 16.65 y Culiacán 14.46,
las cifras fueron igualmente elevadas, tanto que las agresiones físicas
con arma de fuego ocuparon los lugares tercero, cuarto, quinto y sexto
lugar respectivamente como causal de mortalidad (SSA).

 

Sin embargo, cabe señalar que en las cifras correspondientes al
año 2007 hay una disminución en la tasa de mortalidad por agresiones
(homicidios), el número de casos reportados en ese período fue
de 402 con una tasa de 14.27 con respecto al número de casos de
2006 que fue de 489 con una tasa de 17.50, sin embargo, en 2008
coincidentemente con la crisis económica mundial que estalla en E.U.
vuelve a modificarse el índice de homicidios en Sinaloa, el número
de casos correspondientes a 2008 es de 558 homicidios con una tasa
de 15.93. Se evidencía una arritmia en los índices de homicidios en
Sinaloa entre 2007 y 2008 (véase gráfica 2). El recrudecimiento de
la violencia según los índices registrados en 2008 en Sinaloa sitúan
la variable homicidios (agresiones) como la quinta causa de muerte
en Sinaloa, contrastándola con respecto a 2007 en donde esta misma
ocupó el séptimo lugar, es evidente que la violencia en Sinaloa se ha
incrementado sustantivamente.

Entre dos tierras: comparativo entre Sinaloa y Nayarit

Para darnos una idea de la magnitud de las anteriores cifras referidas
al caso Sinaloa comparemos la tasa estatal de homicidios del año 2005
que fue de 16.13 respecto a la del estado de Nayarit, la cual registra como
tasa el 13.83 por cada 100 mil habitantes11, encontramos una diferencia
de 2.3 lo que ubica a los homicidios como quinta causa de mortalidad
con respecto a la posición nueve que ocupan los homicidios en Nayarit,
es decir, cuatro lugares más en la escala de mortalidad, lo que convierte
a Sinaloa en una región con alta incidencia de violencia.

 

 

Conclusiones.

1. Como se ha demostrado a través de los diversos indicadores
sociodemográficos, la extrema pobreza es una constante en la sierra  sinaloense; Se tomó como referencia el año 2005 ya que en la base de datos de la S.S.A. de Nayarit sólo  se contaba con información correspondiente a dicho año. http://www.ssn.gob.mx/planeacion/pdf/5.pdf consultado el 23-10-2009.

2. El narcotráfico es una actividad que proporciona recursos económicos
a los pobladores serranos;

3. Pese a la guerra en su contra, el narcotráfico, está en pleno auge,
proporcionando empleo en la sierra;

4. La actual crisis económica está inhibiendo a los sinaloenses a emigrar,
por otra parte ha provocado la disminución del monto de remesas
que se reciben;

5. Finalmente, no es aventurado decir que, de acuerdo con lo planteado
antes, la sierra se ha convertido en una «olla de presión», y que, en
consecuencia sea un factor para que la violencia y la ingobernabilidad
esté en aumento.

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